Mente e intestino: asociaciones entre el estado de ánimo y el malestar gastrointestinal en niños

La conexión entre la mente y el intestino es un área de investigación cada vez más relevante en el campo de la salud. Diversos estudios han evidenciado que los trastornos gastrointestinales y mentales están estrechamente relacionados, especialmente en contextos de adversidad temprana, como la privación parental.

Esta interacción compleja, mediada por el microbioma intestinal, subraya la importancia de comprender cómo las experiencias adversas durante la infancia pueden afectar tanto el bienestar mental como el físico.

En este blog, exploraremos un estudio reciente que investiga las asociaciones entre la adversidad temprana, los problemas gastrointestinales y la ansiedad en una población de jóvenes, con el objetivo de predecir y abordar estos problemas de manera efectiva.

Los trastornos gastrointestinales y mentales a menudo ocurren juntos, y los estudios en animales han demostrado que ambos pueden ser provocados por experiencias adversas tempranas, como la privación parental. Las interacciones entre el cerebro y el microbioma, las bacterias que viven en el sistema gastrointestinal, son fundamentales en la relación entre adversidad, problemas gastrointestinales y ansiedad. Sin embargo, estos vínculos no se han investigado a fondo en el desarrollo humano.

En este estudio, utilizamos datos de una población de 344 jóvenes, de 3 a 18 años, que crecieron con sus padres biológicos o que estuvieron expuestos a experiencias adversas tempranas de cuidado, como el cuidado institucional o de crianza seguido de adopción internacional, para explorar las asociaciones entre adversidad, problemas gastrointestinales y ansiedad, y se obtuvieron los siguientes resultados:

  1. Las experiencias previas de atención adversa están vinculadas a una mayor incidencia de síntomas gastrointestinales en los jóvenes. Además, estos síntomas gastrointestinales se relacionan tanto con la ansiedad actual como con la futura (medida durante un período de 5 años). Los síntomas gastrointestinales actúan como mediadores en la relación entre la adversidad y la ansiedad a lo largo del tiempo.
  2. La adversidad está asociada con cambios en la diversidad (tanto alfa como beta) de las comunidades microbianas intestinales. Los niveles de ciertas bacterias, relacionadas tanto con la adversidad como independientes de ella, se correlacionaron con la activación de la corteza prefrontal en respuesta a caras emocionales.

Los problemas gastrointestinales y de salud mental suelen coexistir con frecuencia. Por ejemplo, la ansiedad es cinco veces más común en personas con síndrome del intestino irritable (SII) que en aquellas sin síntomas de SII, y entre quienes padecen ansiedad, las tasas de SII y otros trastornos gastrointestinales funcionales se cuadruplican.

Diversos estudios en adultos han demostrado una relación bidireccional entre las enfermedades mentales y los trastornos gastrointestinales como el SII. La investigación ha mostrado consistentemente que la exposición a adversidades en los primeros años de vida es un potente factor de riesgo para desarrollar tanto enfermedades gastrointestinales como mentales.

En los seres humanos, la negligencia del cuidador, especialmente en su forma más severa como la atención institucional temprana (caracterizada por la privación parental y siendo un factor de riesgo significativo para los síntomas de ansiedad), se asocia con un mayor riesgo de desarrollo atípico funcional y estructural de la corteza prefrontal y la amígdala, conectividad alterada de la corteza prefrontal, reactividad de la amígdala y cambios en las redes de estado de reposo predeterminado.

Desarrollar una comprensión mecanicista de las vías a través de las cuales la adversidad puede afectar tanto a los síntomas gastrointestinales como a los de ansiedad es esencial para mejorar los resultados tras una adversidad temprana. Un factor biológico importante a considerar es el microbioma gastrointestinal, que está compuesto por una constelación de bacterias, arqueas, hongos y virus. Este microbioma es fundamental para prácticamente todos los aspectos de la función gastrointestinal, desde la digestión y la motilidad hasta la inflamación y la enfermedad.

Cada vez se reconoce más que el microbioma gastrointestinal es importante para la función cerebral y la salud mental, y viceversa.

Por ejemplo:

  • Las bacterias gastrointestinales producen neuroquímicos esenciales para la función cerebral y los comportamientos emocionales, como el ácido gamma-aminobutírico (GABA), los ácidos grasos de cadena corta y el 5-hidroxitriptófano (precursor de la serotonina). Estos neuroquímicos alcanzan el sistema nervioso central (SNC) a través de las vías humorales y del nervio vago, que son canales de comunicación bidireccional entre el cerebro y el intestino.
  • El microbioma influye en las vías inmunitarias e inflamatorias, las cuales están directamente relacionadas con la ansiedad y la depresión. Además, se ha demostrado que la manipulación de estas bacterias puede reducir los niveles de ansiedad en adultos.

Los estudios en modelos de roedores y monos han demostrado que la adversidad temprana, como la separación materna, tiene un impacto significativo en las comunidades microbianas a lo largo de la vida. Además, intervenciones dirigidas directamente a estas comunidades, como los probióticos, aplicadas en las etapas tempranas suficientemente pueden contrarrestar los efectos negativos de dicha adversidad en comportamientos afectivos como el aprendizaje, la extinción de amenazas, los niveles de ansiedad y en regiones cerebrales como el hipocampo y la corteza prefrontal. Esto sugiere que el microbioma podría ser un objetivo terapéutico para tratar la ansiedad en individuos expuestos a adversidades.

La conexión más probable entre el microbioma y la salud mental parece ser a través de su influencia en el funcionamiento del sistema nervioso central.

Presentamos aquí los resultados de dos estudios que, en conjunto, ofrecen evidencia sobre la importancia de investigar el eje cerebro-intestino-microbioma en el funcionamiento emocional después de experiencias adversas tempranas.

  • La exposición a experiencias tempranas adversas se relacionó significativamente con mayores niveles de malestar gastrointestinal.
  • La predicción de futuros síntomas de ansiedad por el malestar gastrointestinal, incluso por encima de la ansiedad concurrente y la adversidad temprana en el cuidado, destaca la importancia clínica de evaluar los síntomas gastrointestinales. Esto sugiere que intervenir en el sistema gastrointestinal podría potencialmente influir en los síntomas de ansiedad futuros, sin importar su origen.
  • El hallazgo de que el malestar gastrointestinal actúa como mediador en la relación entre la adversidad y la ansiedad (en un estudio transversal) indica que abordar los síntomas gastrointestinales puede ser crucial en el tratamiento de la ansiedad elevada en poblaciones afectadas por la adversidad.
  • Al utilizar bacterias asociadas a la adversidad (como Lachnospiraceae) y otras no relacionadas (como Bacteroides), observamos conexiones microbioma-cerebro que pueden servir como biomarcadores o huellas de la exposición a la adversidad. Esto sugiere efectos que pueden trascender la experiencia adversa y señalar hacia posibles vías independientes de la adversidad en los efectos microbioma-cerebro.

En resumen, este estudio subraya la interconexión compleja entre las experiencias tempranas adversas, los síntomas gastrointestinales y la ansiedad. Los hallazgos sugieren que el malestar gastrointestinal no solo es una manifestación común tras la adversidad temprana, sino también un predictor significativo de síntomas de ansiedad futuros. Intervenir en el sistema gastrointestinal podría ofrecer una nueva vía para mitigar los efectos adversos en la salud mental, independientemente de la etiología inicial.

Además, las asociaciones observadas entre ciertas bacterias y la respuesta al estrés podrían abrir nuevas oportunidades para el desarrollo de biomarcadores y tratamientos dirigidos en poblaciones vulnerables. Este enfoque integrador podría mejorar nuestra comprensión y manejo de la ansiedad en contextos de adversidad.

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Con amor,

Alessandra

Bibliografia:

Callaghan, B. L., Fields, A., Gee, D. G., Gabard-Durnam, L., Caldera, C., Humphreys, K. L., Goff, B., Flannery, J., Telzer, E. H., Shapiro, M., & Tottenham, N. (2020). Mind and gut: Associations between mood and gastrointestinal distress in children exposed to adversity. Development and psychopathology32(1), 309–328. https://doi.org/10.1017/S0954579419000087

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